``¿Acaso no es el mismo Ezequías el que ha quitado sus lugares altos y sus altares, y ha dicho a Judá y a Jerusalén: `Delante de un solo altar adoraréis, y sobre él quemaréis incienso'? 2 Crónicas 32.12
Los lugares altos eran sitios de adoración a Jehová o a otras deidades en contraposición al templo de Jerusalén. Regularmente se les relaciona con deidades paganas, pero en realidad hasta el culto a Jehová estaba mal visto en esos santuarios.
Salomón ofrecía a Jehová sobre uno de ellos (1 Ry 3.4), allí es donde inicia su llamado y termina siendo el edificador del templo de Jerusalén. El propósito del hijo de David no era seguir adorando en un lugar improvisado sino donde la voluntad de Dios señalará.
Hoy el significado de un lugar alto es todo sitio donde se adore estando éste en contra de la voluntad de Dios. Los judíos no tienen donde adorar, nosotros los cristianos adoramos en espíritu y en verdad. Los judíos perdieron su templo, los creyentes ganamos uno espiritual. La congregación es el templo, el lugar aprobado por Dios para realizar el culto espiritual, la congregación es el mismo cuerpo de Cristo; podríamos hablar del cuerpo físico del cristiano o de la iglesia universal e invisible como el santuario actual, pero la figura más adecuada para el tema es el de la iglesia local en contraposición a los lugares altos de hoy.
Toda la Escritura es inspirada y útil para nosotros, el antiguo testamento nos señala verdades actuales, los lugares altos son los santuarios donde Dios no nos quiere ver, a pesar que su nombre se invoque allí. Puede ser una congregación cristiana fiel y adoradora, pero no la nuestra, no a donde pertenecemos, esto ya la convierte en un lugar alto. Estos sitios tenían la ventaja de la comodidad como muchos santuarios hoy también lo tienen, preferimos lo fácil, lo más cercano, cuando el Señor quiere vernos donde él dice. La tribu de Dan debía bajar hasta Jerusalén, aunque le pareciera injusto que la tribu de Judá estuviera más cómoda en ese aspecto, debían simplemente obedecer.
sino que buscaréis al SEÑOR en el lugar en que el SEÑOR vuestro Dios escoja de todas vuestras tribus, para poner allí su nombre para su morada, y allí vendréis. 6 Y allí traeréis vuestros holocaustos, vuestros sacrificios, vuestros diezmos, la contribución de vuestra mano, vuestras ofrendas votivas, vuestras ofrendas voluntarias, y el primogénito de vuestras vacas y de vuestras ovejas. Deuteronomio 12.5-6
Jerusalén gozaba de todo un mercado en tiempo de nuestro Señor Jesús, la economía de la ciudad era privilegiada en ese tiempo, algo de lo que no gozaban las demás ciudades. La distinción venía de parte de Dios, no del hombre. Hoy cada creyente sabe o debe saber a dónde llevar sus ofrendas de alabanza, económicas, de servicio, su culto racional, etc. Si nosotros llevamos todo esto a un lugar diferente estamos siendo infieles a la casa de Dios. La conciertos, las campañas de evangelismo y todo evento congregacional al que asistimos para llevar nuestros sacrificios no están obedeciendo a la palabra sino a la curiosidad humana, la comodidad de la carne y a la mercadotecnia que asalta las desbordantes emociones de nuestra alma. Dios no quiere que andemos de iglesia en iglesia, ni de evento en evento, sino en una unidad espiritual y verdadera, alejada de la insujeción y el emocionalismo.
Cuídate de no ofrecer tus holocaustos en cualquier lugar que veas. Deuteronomio 12.13
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