sábado, 9 de enero de 2016

EL ESPÍRITU DE JEZABEL

Su mujer Jezabel le dijo: ¿No reinas ahora sobre Israel? Levántate, come, y alégrese tu corazón. Yo te daré la viña de Nabot de Jezreel. 1 Reyes 21,7

El espíritu de Jezabel, del cual profetiza la carta a Tiatira en el libro de Apocalipsis, se le ha confundido con la supuesta amenaza del feminismo en la iglesia actual, la intervención del carácter femenino en las decisiones de una congregación local, como si esto fuera pernicioso. Si no es así ¿qué es lo que realmente significa esta ilustración bíblica para nosotros?
La intervención que marcó el fin de esta mujer en el libro de primero de Reyes, luego de introducir el culto a Baal y perseguir profetas del Señor, fue una injusticia, una iniquidad. Regularmente se le relaciona con la rebeldía de las mujeres, pero esto no es exacto, más bien extrañamente contrario. No opuesto a la autoridad sino a favor.
El malestar de Jezabel fue originado por un celo desmedido por la autoridad. Sí, así es. Jezabel no entendía porqué Nabot no había obedecido al deseo del rey Acab, cómo no había accedido a vender ¡no regalar! vender la viña que se le pedía. La falta de Jezabel no fue otra cosa que abuso de poder.
Esta fue la gota que derramó el vaso. Parecía que la reina defendía el capricho de su rey como algo justo. Para ella era inaceptable decirle que no al jerarca de Israel. Era una osadía, una afrenta contradecir el deseo de Acab, su esposo. Un súbdito no debía hacer esto a su autoridad, el error era de Nabot. Y ella se haría cargo de traer justicia a esta nación, les enseñaría como se resuelven este tipo de dilemas en su tierra. Esto fue lo último que Dios les permitió a estos reyes.
Dios es el mismo hoy, ayer y por los siglos. En la dispensación presente nuestro Señor Jesucristo dijo acerca de la aplicación de la autoridad que no debía hacerse como en el mundo, donde se enseñorean de sus súbditos con poder, es decir, con violencia. Sino que sencillamente el mayor serviría al menor, como él mismo nos dejó ejemplo. El modelo del Cordero y no el del León.
Mentir o calumniar, apedrear o asesinar, era cosa menor que la supuesta rebeldía de Nabot. Si la autoridad infringía la ley esto no era pecado cuando se trataba de juzgar la afrenta contra la autoridad, esta era la filosofía de la reina. Para Jezabel cometer iniquidad era necesario, una forma más de añadir dolor al castigo, que entre más injusto, más sufrimiento provocaría.
Las verdaderas autoridades delegadas por Dios nunca están sobre la justicia ni sobre la palabra. Su celo estará dominado por el conocimiento de la gracia y la verdad. No harán juicios que favorezcan a los poderosos, sino que imparcialmente cubrirán a los más débiles. No dejarán que su corazón sea corrompido por el espíritu de Jezabel, el espíritu de iniquidad.

La justicia, y sólo la justicia buscarás, para que vivas y poseas la tierra que el SEÑOR tu Dios te da. Deuteronomio 16.20

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