Amado, ruego que seas prosperado en todo así como prospera tu alma, y que tengas buena salud. 3 Juan 1.2
En efecto, Dios quiere que seamos prosperados en todo. En lo familiar, en lo físico y en lo financiero, pero sobre todo en lo espiritual. Cuando miramos este versículo con ojos modernos y occidentales es fácil fallar en la interpretación. La prosperidad económica cristiana tiene una finalidad específica bien definida.
El orden
Dios es un Dios de orden, salva al necesitado, le hace ver que este mundo es un desierto y no un paraíso terrenal como el mundo se hace llamar a sí mismo. El Señor trata de desilusionar a su pueblo mostrándole que en el mundo habrá aflicción. Este abrir los ojos es una aflicción también, a la que muchas veces los creyentes se niegan a experimentar pues significa purificar el corazón de la escoria que el mundo ha depositado en nosotros, la cual solo el fuego de la prueba puede limpiar.
Pero nosotros predicamos a Cristo crucificado, piedra de tropiezo para los judíos, y necedad para los gentiles. 1 Corintios 1.23
El Cristo crucificado y el glorioso
Muchos predican al Cristo glorioso, pero ignorando al crucificado, el mensaje luce atractivo, y así es sólo una verdad a medias. Todos quieren seguir al Jesús de los milagros, en el mejor de los casos al Jesús maestro, y se esconde el mensaje del crucificado por ser demasiado franco, sincero. El resultado es que muchos se confunden cuando el Señor los somete al orden preestablecido, los sana, les enseña y antes de llevarles a la gloria del éxito topan con la cruz, donde miran a un Cristo debilitado, silencioso, que ya no sana ni enseña, mientras ellos se preguntan que han hecho mal si aun se congregan, diezman y sirven, por tanto les cuesta adorar ante tal situación .
¿Quién es el que condena? Cristo Jesús es el que murió, sí, más aún, el que resucitó, el que además está a la diestra de Dios, el que también intercede por nosotros. Romanos 8.34
La diestra del Padre
Al resucitar Jesús, luego de cuarenta días llegó a la gloria, se sentó a la diestra del Padre y no hizo nada que el hombre corriente haría luego de tener éxito. El Señor Jesucristo sigue sirviendo, persiste en el ministerio, es increíble su insistencia en interceder por su iglesia. No resucitó con el deseo de descansar y olvidarse de nosotros delegándonos su responsabilidad para irse de retiro vacacional al paraíso. No. No es ese el ejemplo que nos quiso dejar sino el que dice la palabra. Que resucitó con urgencia para interceder por todos nosotros. Para eso ha usado él su éxito, para servirnos, pues sabe que somos débiles. Su muerte nos salvó, pero su resurrección nos ha otorgado la continuidad de su ministerio, ahora invisible, pero real, manifestando su amor y cuidado, protegiéndonos del pecado y auxiliándonos en las pruebas. Dios ha prosperado a muchos que han sido preparados en la cruz para poder recibir su confianza, es posible recibir la experiencia del Cristo glorioso si es en el orden de Dios y con el propósito de seguir sirviendo incansablemente a los más débiles, según el propósito que aquí nos señala la Biblia.
Por lo cual El también es poderoso para salvar para siempre a los que por medio de El se acercan a Dios, puesto que vive perpetuamente para interceder por ellos. Hebreos 7.25
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